Las notas se escucharon frente a Catedral, en el corazón de la ciudad, a la hora que Doña Beatriz aún no puedeasomarse, pero sin duda escuchaba.
Era el canto de la exigencia dulce, original; estridente sí, pero agradable. Fue el clamor de apoyo de las autoridades para llevar alimento a sus familias de quienes cada día nos alegran la fiesta, la serenata, el ánimo y que hoy se han quedado sin ingresos y nosotros sin su música.
El 10 de mayo a la vuelta de la esquina y ellos sin expectativa de trabajo. No será como cada año. El 2020 les trajo otra realidad como a todos y, como muchos, esperan la mano del gobierno para subsistir ellos, sus familias.
Ojalá que su canto desesperado se escuchara donde tendría que escucharse…”La Monja” ya lo hizo.