Por: Eduardo Rodríguez
Confiamos en tí.
López Obrador entregará la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, nuestra primera presidenta de la República, dejando el país dividido entre dos extremos donde la población debate sobre logros alcanzados y el retroceso que se registra en diversos aspectos de la vida nacional.
Hoy, en punto de las 9:00 horas, comienza el espectáculo mediante el cual se trasladará el Poder Ejecutivo a la presidenta electa, aunque estaremos por ver, si tambien se transfiere el poder que la investidura amerita.
Observaremos de manera paulatina la forma personal de gobernar para cumplir con las promesas de campaña y, sobre todo, trazar la ruta para los próximos años con “la construcción del segundo piso de la cuarta transformación”; aunque también pondrá a prueba sus cimientos.
Desde mi punto de vista, se requieren por lo menos seis condiciones básicas para vislumbrar un futuro prometedor en el sexenio de la primera mujer presidenta y si se cumplen, seguramente en el corto y mediano plazo se verán resultados positivos, lo cual sería notable en el entendido que tendrá que recomponer mucho de lo que deja AMLO.
La primera de ellas versa sobre el liderazgo y autonomía que debe asumir la doctora, ya que una de las grandes dudas que existen es si Andrés Manuel dejará “ser” a Claudia; el liderazgo no se alcanza por el mero nombramiento y formalismo. Los reflectores estarán sobre ella por su alta investidura, por ser mujer, por el estado que guarda el gobierno que recibe; pero más allá de esto, la nueva jefa del Ejecutivo federal deberá ejercer total y plenamente el poder que le confiere la Constitución.
Si se aprecia que las ordenes vienen de Palenque, entonces se perderá ese capital político personal que tiene en estos momentos Sheinbaum.
La segunda condicionante para el éxito es precisamente la voluntad política, que debe prevalecer para la solución de los problemas más urgentes por los que transita el país.
La tercera condición es implementar las estrategias y políticas públicas correctas para alcanzar los objetivos trazados y responderle a la gente, a la altura de sus expectativas. Ya vimos, que cuando se opta por estrategias fallidas como la multicitada “abrazos y no balazos” en materia de seguridad pública, pues es el fracaso es inminente. Y si no me cree, voltee a ver lo que pasa en Sinaloa, Guanajuato y en varias entidades del sur del país donde el crimen organizado no solo existe, sino que ha crecido de manera apabullante.
La cuarta es precisamente la asignación presupuestal al gabinete formal y ampliado, así como a todos los capítulos del Presupuesto de Egresos que tienen que ver con los temas pendientes: seguridad pública, salud, educación, entre otros.
Debe haber congruencia entre el discurso y los hechos; no es posible que, a pesar de la supuesta austeridad que se ejerció durante la administración de López Obrador, se desviaron recursos de programas e instituciones públicas para la construcción de las tres obras faraónicas del sexenio, se fondearon programas de política asistencia que sirvieron para acrecentar la base electoral del partido oficial, pero a costa de fideicomisos, organismos e instituciones, así como de programas de comprobada eficiencia y eficacia.
Como quinta condición, está el nivel de los integrantes del gabinete, donde en su mayoría se ve un equipo bastante experimentado, con los conocimientos necesarios, lealtad y capacidad para afrontar el compromiso adquirido, salvo dos o tres desafortunadas excepciones.
Y por último, la cohesión entre los integrantes del equipo que se quedan de herencia y los nuevos, quienes fueron seleccionados por Claudia. Si se logra hacer un sólo equipo y no se distinguen entre los de AMLO y los de Claudia, las cosas pueden salir bien.
Tienes el beneficio de la duda, confiamos en ti Claudia. México merece un gobierno muchísimo mejor que el que tuvo los últimos seis años.
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