FRASES CELEBRES Y OTRAS HIERBAS
Margarito Alvarado Martínez
Columna III
-Se me hace que ni usted, comadre.
Tomando de pretexto lo que dijo la señora respecto al sepelio, dio media vuelta y se encaminó de prisa a la salida diciendo que iba a conseguir un burro o una carretilla para llevar al difunto al panteón; y una pala y un talacho para cavar sepultura. Fue tal su premura que ni del peso se acordó.
La señora regresó a la capilla ardiente con expresión de preocupada. Encontró al muerto sentado en la cama con una sonrisa de chicuco. Le preguntó si había escuchado lo que dijo el compadre al irse.
-No ¿Qué dijo?
Ella le enteró de lo dicho por el compadre.
-¿Y tú le crees? No mujer: ¿te imaginas al compadre con lo talegón que es cavando la fosa? ¡El diablo que se lo crea! Además, salió tan asustado que para ahorita ya le dio chorrillo. No, ese no vuelve ni por cien pesos.
La tarde transcurría tranquila en casa del matrimonio cuando, ya pardeandito, oyeron toques en la puerta y luego el rebuzno de un burro.
El señor saltó de la mecedora donde descansaba y soltó una: -¡En la progenitora!
La señora estaba zurciendo unos calzones y se picó un dedo con la aguja, se metió el dedo a la boca y se quedó pelando los ojos viendo al marido. Éste se levantó a la carrera, medio abrió un postigo y por la rendija vio al compadre con pico al hombro, pala en mano y burro enfustado.
Sorprendido volvió a donde estaba la esposa, diciendo:
-¡Increíble, es él! Y viene preparado para llevarme y enterrarme. Esto es un milagro.
-¿Qué hacemos? –preguntó angustiada la señora.
-Seguirle con el jueguito: que me lleve. El gusto y la satisfacción de verlo trabajar bien valen la pena. Abre la puerta y que meta el burro hasta el cuarto, porque si no lo hace así, va a querer que tú me cargues hasta afuera y que me subas al asno. Si te pide que lo acompañes, por ningún motivo vayas aceptar. A ver qué inventas; pero no vayas.
Se volvieron a escuchar los golpes en la puerta; el muerto vivo se enredó en la sabana, se embadurnó la cara con aguacate y se tendió en la cama. Con las prisas olvidó prender las velas; pero mejor así.
La señora abrió la puerta y siguió en su papel de viuda. Con voz trémula dijo al compadre: -Que Dios se lo pague compadre, le voy a vivir agradecida. Meta el burro hasta el cuarto.
-No me agradezca nada, lo voy hacer pero muy ahuevo y con la intención de que usted me siga dando mi peso!
Metió a estirones el burro, pero nada más hasta la puerta del velatorio; el condenado animal ni a empujones dio un paso más.
Maniobraron compadre y comadre el cuerpo para atravesarlo sobre el asno; lo dejaron caer boca abajo y el muerto pego un pujido.
El compadre peló los ojos e incrédulo afirmó: -¡Pujó el muerto!
-No compadre, fui yo.
Como para despistar miedo y molestia, sin que se lo pidieran, el compadre se puso a explicar el porqué de la tardanza y en la explicación iba implícita una aviesa intención.
Dijo que los vecinos se negaban a prestarle lo que les pedía para el servicio funerario cuando les dijo para quien era. Que decían que el compadre no merecía ni que le dieran cristiana sepultura, que merecía que lo quemaran con leña verde. Enseguida le hizo la propuesta a la comadre:
-¿Cómo ve si mejor lo quemamos en el corral y nos quitamos la molestia del sepelio?
Y la comadre reaccionó endemoniada y lo increpó:
-¡Chinche compadre malagradecido, no sea caón y haga algo bueno en su perra vida! ¡Camínele o le juro que lo mato aunque tenga que enterrarlos yo sola a los dos!… ¡Y olvídese que yo lo acompañe: friéguese solo holgazán inútil!
Al compadre se le frunció el… ¡eso! Vio tal decisión y odio en la expresión de la viuda que humildemente empezó a cabestrear al burro hacia afuera; colgó pala y pico en la cabeza del fuste, se trepó en ancas, lo que provocó que el pobre animal se pandeara; empezó a talonearlo y tomó rumbo al panteón.
La comadre desde la puerta le gritó advirtiéndole:
-¡Pobre de usted si se le ocurre hacer alguna zendejada y no lo entierra!
Afortunadamente para el “difunto” el camposanto estaba cerca, apenas saliendo del pueblo; de lo contrario no hubiera aguantado lo incomoda y dolorosa posición durante el traslado…
CONTINUARÁ…